Desde hace más de veinte años, Juan Beldarrain impulsa un estudio que entiende la arquitectura como un ejercicio de servicio y reflexión constante. Formado junto a referentes como Kleihues y Moneo, ha consolidado una práctica que apuesta por la sostenibilidad, la innovación y la diversidad tipológica como motores creativos. Su obra se caracteriza por situar a las personas en el centro, dialogar con el contexto y evitar fórmulas repetitivas. Consciente del papel social
de la disciplina, defiende una arquitectura capaz de transformar ciudades y mejorar la vida cotidiana.
Después de más de veinte años al frente del Estudio Beldarrain, ¿qué momentos considera más decisivos en su evolución y cómo ha logrado mantener una línea coherente con su visión inicial de la arquitectura?
Veo la evolución del estudio como una progresión constante persiguiendo los mismos objetivos. Evolucionamos porque
aprendemos de cada uno de nuestros proyectos, incluso de los concursos que perdemos. Ganar concursos, recibir premios o encargos especialmente interesantes son logros que hemos celebrado uno a uno como si fuera el primero, o como si fuera a ser el último. Creo que es importante en la vida celebrar las pequeñas cosas, y considerarlas hitos importantes.
No creo que nos haya costado ningún esfuerzo ser coherentes en cuanto a nuestra visión de la arquitectura. Siempre hemos hecho una arquitectura centrada en las personas, en sus necesidadesen su confort y una arquitectura que confía en la innovación. Pero eso nos ha llevado a que cada proyecto es distinto porque cambia el entorno físico, social y cultural y naturalmente porque cambian las personas. La coherencia debe estar en las actitudes y no en la repetición formal, que por cierto está muy de moda. Aunque una mirada a la obra del estudio de estos años probablemente revelaría cierta repetición de recursos arquitectónicos en los que quizás nos encontremos más cómodos.
Tras su paso por estudios de referencia como el de J. P. Kleihues en Berlín y Rafael Moneo en Madrid, ¿qué aprendizajes de esas experiencias internacionales y de gran escala siguen presentes en su manera de proyectar hoy?
Fueron dos experiencias, con dos maestros muy distintos, extraordinariamente positivas las dos. En Berlín, con Joseph
Paul Kleihues, aprendí cómo puede funcionar un estudio de gran escala de forma profesional y coherente sin renunciar a
la singularidad. Y tuve la oportunidad de participar en grandes proyectos de urbanismo a nivel de diseño y pensar a escala
de ciudad, lo que fue una experiencia muy enriquecedora queaños después he valorado mucho.
